Leonardo, el propietario de Fulmine, un perrito amoroso y muy peludito, falleció tras batallar durante semanas en el hospital. Habían compartido siete años juntos.
En su paso por el hospital fue su familia quien se encargó de cuidar del perrito. “Cada vez que se acercaba un automóvil, Fulmine corría hacia la puerta en caso de que hubiera sido mi padre”, dijo su hija.
Esa no fue la única vez que lo visitó, vecinos del campo aseguraron verlo caminar hacia allí casi a diario. La hija del hombre no se explica cómo sabía a dónde llegar, si es que acaso fue su instinto o su olfato.
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