La decisión del rector de la UASLP, Alejandro Zermeño Guerra, de implementar un examen estandarizado único para todos los aspirantes ya generó polémica y muchas criticas. Aunque busca ser un mecanismo inclusivo según su versión, esta medida amenaza con debilitar la selección de estudiantes al ignorar las particularidades de cada carrera. No es lo mismo evaluar a un futuro ingeniero mecánico que a un odontólogo o arquitecto con el mismo examen.
Zermeño Guerra argumenta que cada facultad ponderará las áreas del conocimiento de manera distinta, pero esta solución no resuelve la contradicción de aplicar un mismo examen para perfiles tan diversos. Un odontólogo necesita bases sólidas en biología, mientras que un ingeniero requiere formación matemática avanzada. La falta de una prueba específica podría generar problemas en el desempeño futuro de los admitidos.
El rector minimiza la importancia de la vocación al afirmar que se define en la elección de carrera, ignorando que muchos aspirantes aún están en proceso de exploración. Un examen genérico podría permitir la admisión de estudiantes con conocimientos insuficientes en áreas clave para su formación, afectando su desarrollo académico y profesional.
La universidad no puede nivelar el piso hacia abajo ni reducir la excelencia a estadísticas. La educación superior requiere filtros rigurosos y pertinentes que garanticen la idoneidad de los admitidos según su disciplina.
En lugar de promover la inclusión, este modelo de admisión puede comprometer la formación de los futuros profesionales de la UASLP. Un examen uniforme no es sinónimo de equidad, sino una simplificación peligrosa de un proceso que debería ser más especializado y reflexivo. La universidad debe replantear su enfoque para preservar la calidad académica.
Vía Ciudadanos Observando
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