Tras la muerte del Papa Francisco, que marcó una era en la Iglesia Católica, el colegio de cardenales deberá elegir a un nuevo Sumo Pontífice.
Este martes 7 de mayo inició el cónclave en la Capilla Sixtina, donde 133 cardenales de todo el mundo se reunen bajo completo aislamiento para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica, tras el fallecimiento del Papa Francisco. La elección deberá definirse en un plazo máximo de 20 días.
Los nombres de algunos cardenales resuenan con fuerza entre los muros vaticanos, cada uno representando distintas visiones para el futuro de la Iglesia:
Raymond Burke (Estados Unidos)
Uno de los más conservadores del colegio cardenalicio, conocido por su cercanía ideológica a Donald Trump y su férrea oposición al aborto, a la ideología de género y a la Agenda 2030. Sus posturas tradicionales le ganan adeptos entre sectores ultraconservadores.
Pietro Parolin (Italia)
Actual Secretario de Estado del Vaticano y considerado el sucesor natural del Papa Francisco. Es un reformista que defiende causas como la justicia económica, el salario básico universal y la lucha contra el cambio climático. Tiene un fuerte perfil diplomático y político.
Robert Sarah (Guinea)
Figura relevante del ala conservadora africana. Famoso por sus críticas a la migración masiva, el islam y las políticas globalistas de organismos internacionales. Su figura crece entre sectores que buscan un regreso a las raíces más ortodoxas de la Iglesia.
Luis Antonio Tagle (Filipinas)
Carismático y cercano al pueblo, Tagle representa la vertiente más progresista con alta popularidad en Asia. Promueve una Iglesia enfocada en la justicia social, el combate a la pobreza y una visión pastoral similar a la de Francisco. Tiene apoyo entre cardenales latinoamericanos y asiáticos.
P
eter Erdo (Hungría)
Apoyado por la derecha europea, incluido el primer ministro húngaro Viktor Orbán. Erdo es un férreo opositor de la migración islámica y la ideología de género. Su perfil es moderadamente conservador, con fuerte presencia en Europa del Este.
El mundo católico se mantiene atento al humo blanco que, anunciará al nuevo sucesor de San Pedro.
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